Antes pensaba que un salto cuántico tenía que ser algo monumental. Imaginaba un cambio que sacudiera mi vida de golpe, como si de la noche a la mañana pudiera construir un edificio sin siquiera tener un plano.
Creía que debía sentirse intenso, rápido, incluso abrumador. Pero hoy sé que no siempre es así. A veces, un salto cuántico puede ser un movimiento sutil, aunque dentro de ti sientas que no es gran cosa.
Recuerdo el día que di un salto de fe: renuncié a mi último trabajo. No fue una decisión planeada, pero llegó después de años de sentirme limitada, como si no encajara, y de escuchar a mi cuerpo gritar que era momento de honrar mi verdad esa que habita en el corazón. Esa voz interna me decía que había algo más esperándome, algo que solo descubriría si me atrevía a saltar, incluso sin saber quién o qué me recibiría del otro lado.
Lo hice. Sin un plan perfecto ni certezas, pero con la convicción de que necesitaba honrarme. Desde afuera, mi decisión no parecía gigante: no hubo aplausos, grandes anuncios, ni mis plataformas subieron a miles de seguidores, fue algo más significativo: dentro de mí sentí como si hubiera abierto una puerta que llevaba mucho tiempo cerrada.
He aprendido que un salto cuántico no siempre es un evento espectacular y muchas veces solo tú sabes lo que ha requerido. A veces es un momento de honestidad contigo misma, un sí que le das a tu corazón, un paso que parece pequeño pero que transforma tu realidad y te acerca más a tu verdadera esencia.
No se trata de la velocidad o del tamaño del cambio, sino de la profundidad con la que eliges vivirlo.
Dar este salto es un acto de transformación profunda que ocurre cuando decides cambiar tu forma de percibirte, de actuar y de relacionarte con tu vida. Es ese momento en el que te atreves a dejar atrás lo que ya no te representa —un trabajo, una relación, una creencia limitante— para dar lugar a algo más auténtico. Es confiar en lo desconocido, aunque dé miedo, y actuar desde el corazón, incluso sin todas las respuestas.
Un salto cuántico es abrirte a nuevas posibilidades y vivir desde un lugar de mayor alineación con quien realmente eres. Es entender que lo que necesitas para avanzar ya está dentro de ti, solo es cuestión de atreverte a dar ese primer paso, aunque no sepas exactamente dónde te llevará.
Ese salto me ha traído hasta aquí, a este espacio en el que comparto contigo cada lunes, explorando la creatividad, la escritura y los procesos de la vida. Fue el inicio de una etapa en la que he dejado de buscar certezas para aprender a confiar en mí misma.
Hoy te invito a pensar en tu propio salto cuántico. Quizá no se vea como lo imaginaste, pero si lo sientes en el corazón, confía en que es el salto que necesitas dar. Porque a veces, lo más pequeño por fuera es lo más inmenso por dentro.
~Mon ✨️
Si aun no te has detenido a reflexionar cuál ha sido ese salto que te ha transformado, puedes recurrir a Tiempo de cosecha, una guía gratuita de escritura que resultó de la colaboración con Ericka de Kaiseki y de la cuál te conté el MonDay pasado: La magia de la colaboración.
La magia de la colaboración
“Uno de los mayores actos de amor es cumplirte lo que tu corazón desea”.
Sigue más de cerca nuestro proyecto: Círculo Creactivo
Pienso muy similar ♥️ Generalmente cuando escucho de los famosos saltos cuánticos en internet, me genera cierto rechazo porque apuntan a cosas extraordinarias y lejanas, en vez de a ese cambio profundo e interior, que tal como dices en tu texto, a veces puede surgir incluso, de lo pequeño y sutil.
Gracias por compartirlo, abrazoooo