La maestría de habitar la oscuridad
No solo hay que atravesarla, sino recibir lo que nos enseña
No sabía qué compartirte este Monday. Han sido días ocupados y tengo varios textos en borradores que aún necesitan más tiempo para procesarse. Terminé mi autoreto de escritura de 21 días, el cuál surgió para indagar creencias sobre el paquete disciplina, del cual te hablé hace unas semanas, y me ha ayudado a asentar lo vivido en este arranque de año.
¿Cómo reconocer tu propio ritmo sin autoengañarte?
Llevo 11 días haciendo un autoreto de escritura para reconectarme conmigo misma, para ver lo que mi cuerpo me está pidiendo que vea. Mi pie regresó a la normalidad y aunque ya quiero retomar la rutina, trato de hacerlo a un ritmo lento.
Hace unos días veía en una entrevista a Elizabeth Gilbert, en donde compartió una frase: “La oscuridad siempre está, pero no siempre gana; y la luz también siempre está, pero no siempre gana”. Esto me recordó que todo convive al mismo tiempo y a veces no nos damos cuenta que el equilibrio no está en la competencia. Tomé de referencia esta frase, y te comparto esto que salió en ese autoreto de escritura que no sabía que necesitaba:
La estructura es el contenedor y la flexibilidad lo de adentro.
Necesito un canal por donde corra mi río,
una chimenea donde prenda mi fuego,
una tierra donde crezcan mis raíces;
y espacio libre para que mi tronco y mis ramas se eleven.
La luz para mi representa todo lo que me hace sentir cómoda, libre, lo que sé hacer y me mantiene segura. En cambio, la oscuridad es todo aquello desconocido que me hace ir a lo más profundo, reconocerlo, darle espacio y un poquito de luz para que no se sienta tan “malo” como creo que es.
La luz es un refugio y la oscuridad es como esa maestra sabia que nos muestra lo que aún no sabíamos que necesitábamos ver.
~Mon