No soy lo que me he dicho sin siquiera detenerme a pensarlo. No soy los errores que he cometido en el pasado, ni tampoco soy las decisiones que tomaron mis antepasados. No soy las etiquetas que me han puesto y que sin querer me he apropiado.
No soy mis emociones.
No soy mis heridas, ni tampoco mis dolores.
Soy todo y nada a la vez. Soy quien intenta “algo” y muchas cosas a la vez. Soy quien siempre encuentra un inicio y final, como el agua que va sobre su canal buscando llegar hacia algún lugar: el mar.
Soy quien escribe en silencio sin fijarse en la hora, se descubre en soledad y baila frente al espejo sin parar. Soy quien me ha puesto alas y cobardemente se atreve a cortarlas.
Soy quien entre sus mismas palabras busca una oportunidad. Encontrar la respuesta en la misma pregunta y darme cuenta de que es posible sanar. Permitirle a la libertad que toque a mi puerta. Una puerta que sabía que existía pero desconocía cómo abrirla aún teniendo las llaves en mis manos, y ahora que la tengo no pienso dejar de conquistarme.
Soy lo que soy, lo que quiera hacer. Soy el resultado que yo misma decida experimentar y trascender. Soy mi propio suelo, mi techo y una que otra pared.
Soy lo que soy. Soy lo que decida cosechar y florecer. Soy lo que ya vive en mi ser.