Me cuesta aún escribir sobre esta palabra y todo lo que ha significado para mi. Lo intentaré, confiando en que al terminar este texto sienta más ligereza.
“Tienes que sacrificar”. “Hay que hacer ciertos sacrificios”.
He visto a mujeres de mi familia sacrificar, incluso, a ellas mismas para servir, para cuidar. Algunas se permitían fallar y otras luchar. ¿Con quién?, me pregunto, ¿con ellas mismas?.
El sacrificio incluye dar muerte, y yo no estaba dispuesta a dejar morir versiones mías. Estaba tan aferrada a “así soy” que quería que todo se hiciera a mi manera, a mi modo, sin dar nada a cambio. El ego me ponía un trampa porque detrás de ese “así soy” había confusión por la falta de mí misma.
¿Y si no es sacrificio?
El camino para llegar a una meta o cumplir un sueño suele verse como sacrificio porque implica dar tu tiempo, tu energía, tu esfuerzo, tu compromiso… entregarte por completo a ello. Para mí, estos son valores naturales del ser humano que está dispuesto a esforzarse para honrar su voz interna.
El verdadero sacrificio no está en la entrega, sino en la pérdida.
En perderte para lograr todo eso que te prometiste, o que incluso ni siquiera lo haces por ti, si no para otros, para demostrar, para buscar algo que probablemente nunca llegará. El sacrificio para mi, está en poner LA META, EL SUEÑO, por encima de ti y de tu bienestar. En perder tu salud física, mental, emocional y espiritual; en perder la calma y la paz.
Por ello tan importante reconocer tu voz interna. ¿Es mía?, ¿son mis miedos?, ¿es mi ego?, ¿es mi pasado?, ¿son mi heridas?.
La disposición como ofrenda
Bajar mis propias barreras me ha permitido ver el mundo desde otro lugar, y al hacerlo, mi curiosidad me ha acercado a él para comprenderlo. Esto lo he podido lograr gracias a estar dispuesta y disponible. Una tarea que tengo que recordarme día a día.
Estar dispuesta a recibir y a soltar, a ver las oportunidades como invitación para crecer, a dar desde la consciencia y desde el corazón; muchas veces sin esperar nada a cambio y honestamente, algunas con un poco de expectativa.
“No tengo que aceptar toda invitación”, también es un recordatorio constante, porque como dije, el ego engaña y muchas veces te conduce a perderte de ti mismo.
Creo en la energía porque es lo infinitamente intangible y poderoso. Al bajar tus barreras y estar dispuesta, cambias la frecuencia, y le abres una puerta a lo que ya es para ti, a eso que ya te está buscando. Es como rendirte ante ti misma y ofrendar tu energía.
Te cuento algo:
Cuando escuchaba la palabra sacrificio sentía la resistencia dentro de mi cuerpo, era algo extraño que lo defino así: “se me reviraba el alma”. Al sentir esto huía, decía que no, me enojaba, ponía caras. Y cuando empecé a cuestionarme ¿por qué siento esto?, ¿de dónde viene?, ¿qué significa para mi?, ¿cómo puedo transformarlo?; mi energía cambió.
He podido concluir, que no hay nada de malo con la(s) palabra(s), sino que son mis creencias y las experiencias que he vivido que las perciben así. Y que está en mí resignificarlas, darles un sentido que me conduzca hacia mi mejor versión en lugar de alejarme de ella.
Me he perdido un par de veces, y probablemente lo haré de nuevo, aunque confío que cuando lo haga, el regreso me tome menos tiempo o sean menos veces, pero en esa desconexión he encontrado varios regalos. Y cierro con esto que escribí hacer un par de años:
“Los sueños que tenía de pequeña algunos se perdieron en el tiempo y otros se han ido transformando con los intentos. Intentos por ser «alguien» y por hacer «algo», y por lograrlo he ido coleccionando borradores y bocetos de lo que creí que iba a funcionar. Me gusta llamarlo mi journal de exploración, porque soy una viajera de experiencias, y me ha costado mucho aceptarlo”.
Mientras más escribes sobre algo, más lo comprendes y cuando logras comprenderlo se va diluyendo la emoción que te provoca.
Para mí el sacrificio es entregar lo pequeño (y cómodo, fácil, conocido) por lo grande y que está alineado con tu esencia y con tu propósito vital. Tenemos a ver los sacrificios como algo negativo, pero son la señal que le dice a eso que te importa de verdad que estás comprometida, que harías cualquier cosa por ello. Y cuando ese compromiso está establecido empiezan a suceder todo tipo de cosas que te allanan el camino. Pero primero tienes que manifestar que va en serio.