Este fin de semana me encontré con algunas conversaciones que me ayudaron a recordar verdades que mi alma ya sabía, pero que entre la rutina se me habían resbalado de las manos.
Hace unas semanas te hablaba de rendirse a la vida cuando no cumple tus expectativas; y ahora, escuchando uno de esos episodios, algo se movió dentro de mí: hablaban de la delgada línea entre perseverar y aferrarse, y de cómo a veces lo que consideramos nuestra mayor fortaleza puede convertirse en el límite que no nos deja avanzar.
¿Esto de verdad lo quiero o solo estoy insistiendo por ego?
¿Sigo aquí porque me enciende o porque tengo miedo a “perder”?
Preguntas que poco a poco van abriendo espacio para algo que no sabía que necesitaba: soltar la idea de que renunciar es fracasar.





Renunciar a las expectativas
A veces renunciar no es rendirse en el sentido que nos enseñaron.
A veces renunciar es decirle que sí a una versión más honesta de ti misma.
Es honrarte. Es escucharte. Es tener el coraje de reconocer que esa visión que un día te ilusionó, hoy ya no vibra igual… y que eso no te hace menos soñadora, ni menos capaz, ni menos tú.
Me he dado cuenta de que los sueños también tienen ciclos.
Que no todos están destinados a cumplirse como los imaginamos.
Algunos vienen a abrirnos el corazón, a mostrarnos caminos, a darnos ese empujoncito para salir de donde no pertenecemos, y crear algo nuevo. Otros vienen a enseñarnos qué se siente ser una misma, incluso si luego la vida nos invita a tomar otra dirección.
Las expectativas nos llevan a cerrar nuestro campo de visión y eso puede alejarnos de lo que estamos sembrando. ¿Cuántas oportunidades y versiones has rechazado porque no se ven exactamente como tu las imaginas? Lo que más rechazas puede ser el puente para construir tus sueños.
Hoy siento que renunciar puede ser una declaración de confianza en mí misma. Una forma de decirme: “Confío tanto en mi camino, que me permito cambiar de dirección cuando mi corazón me lo pide y la vida me insiste”.
Así que, si estás leyendo esto y también te duele la idea de soltar algo que creías que era tu sueño o la versión de ti que te imaginas que serás, quiero decirte que te abrazo. Que a veces lo más valiente que podemos hacer es abrir las manos y permitir que la vida nos muestre lo que sigue, aunque no sepamos todavía qué forma tendrá.
Y recordar: el camino que ya te pertenece, no necesita que te aferres a él.
Cuando nada sale como esperabas y es momento de confiar
La satisfacción de cumplir mi palabra me ha empoderado a querer genuinamente ir por más, porque cuando sueles proponerte algo y lo logras reconoces tu poder y te sientes capaz de continuar.