Algo de mi se está rompiendo y tal vez es el momento. El momento de dejar ir mis limitaciones, lo que no me pertenece, el miedo que me habita por dentro. Soltar quien he sido para ser quien ahora necesito y poder sostener la vida que mi cuerpo y mi voz me solicitan con amor.
Se siente cómo se van quebrando partes de mí, se siente en el corazón y no sé qué es, pero no es dolor. Me gusta pensar que así se siente la liberación.
Liberarte de un pasado que no tiene por qué definir tu futuro ni mucho menos tu presente. Liberarte de todas esas cadenas que no sabías cómo romper y que la idea de dejarlas aterraba.
A veces se siente como ser agua y aceite, divididos por su naturaleza, convivir y estar sin saber cómo integrar. Se siente ligero y raro al mismo tiempo, también hay momentos que no están claros, pero confío en la vida, confío en los sís y en los nos, confío en el proceso y en mi infinita sabiduría.
Estoy viviendo un duelo que no sabía qué existía. Estoy tratando de acomodar todas mis piezas de diferentes tamaños y colores en el lugar que le corresponden. Estoy tratando de construirme mientras se derrumba una parte de mi. Estoy tratando de darme tiempo y espacio, de parar y observar, de explorar y escuchar, de ir a mi propio ritmo y avanzar.
Estoy tratando, y de eso se trata.