Hace un par de semanas me reencontré con una amiga a la que no veía desde hacía tiempo. Entre ponernos al día y conversaciones sobre la vida, surgió una pregunta: ¿Cómo es tu relación con Dios?
Le compartí mi perspectiva y hoy quiero compartirla contigo:
Desde pequeños nos enseñan a creer en algo más grande, a depositar nuestra fe, nuestro poder e incluso nuestra vida en algo que no podemos ver. ¿Y si, en lugar de buscar fuera, nos enseñaran que eso que anhelamos ya habita dentro de nosotros? Es como negar partes de nuestros ancestros cuando venimos de ellos, ¿ilógico no?
Nuestra conversación me hizo sentido porque, al final, todo se resumía a eso: Dios no solo está en una imagen o en un templo, sino en cada respiro que nos sostiene, en el milagro de despertar, en el abrazo de quien hemos elegido amar. Dios está cuando te miras al espejo, en el trabajo que decides hacer, en los momentos de plenitud y en los de duda. ¿Qué pasaría si, en lugar de buscarlo, cerramos los ojos y nos permitimos encontrarlo dentro? Porque venimos de él. Cuando dejamos de buscar fuera y nos atrevemos a sentirlo dentro, nos damos cuenta de que el encuentro con Dios también es un reencuentro con nosotros mismos.
Recuperando las partes olvidadas
Hay partes de mí que, en algún momento, olvidé o decidí esconder. Tal vez por miedo, por vergüenza o por la creencia de que esas partes no encajaban con lo que yo misma esperaba de mí. Con el tiempo he aprendido que esas partes no están perdidas; están esperando ser reconocidas. En mi caso, la escritura ha sido la herramienta que me ha permitido volver a contactar con esas partes olvidadas de mi ser.
Me he dado cuenta de que en esos momentos en los que me sentí más desconectada, había una parte de mí que me pedía ser escuchada. Tal vez una versión de mí misma que era más soñadora, más libre, más impulsiva, pero que la vida, con sus exigencias y responsabilidades, había ido silenciando poco a poco. Hoy sé que esas partes deben ser vistas porque son mi fuente de creatividad y de energía.
Cada vez que me permito ir más profundo en mi, reconozco algo nuevo. Quizás es la niña interior que desea ser vista, o la mujer rebelde que necesita espacio para expresarse sin filtros. Al abrirme a ellas, me doy cuenta de que no están perdidas, ni olvidadas, solo cubiertas por capas de miedo, autocrítica y creencias. La clave está en darles espacio para ser. Cuando lo hago, me siento más completa, más integrada, y más en paz conmigo misma.
La danza entre las versiones de mí misma
A veces, me ha sorprendido el cambio, la evolución de mi ser. He transitado desde la mujer que soñaba con un futuro de película hasta la mujer que se permite ser presencia. Desde la joven que temía no ser suficiente, hasta la adulta que confía en su poder creativo aun cuando el cuerpo le siga temblando. Cada una de esas versiones ha sido una danza. Algunas veces he bailado con miedo, otras con confianza.
Cada etapa tiene un propósito, y cada versión es una construcción de la mujer que soy ahora. Me he dado cuenta de que no necesito buscar una versión “mejor” de mí misma, porque todas las versiones de mí, con sus luces y sombras, son poderosas. Cada una tiene su magia y, aunque alguna vez sentí que debía rechazarlas, hoy reconozco que esas versiones son las que me han dado la sabiduría para conectar conmigo misma de manera genuina y profunda.
¿Existe una mejor versión?
Hace tres años me topé con Mi mejor versión podcast de Isa García, después vino un nuevo trabajo en una empresa que quería llegar a ser su mejor versión, y hace poco recibí a mis 30´s con la consciencia de que lo que hacía estaba encaminándome a lograr mi mejor versión.
Aceptar cada versión ha sido un proceso de amor, paciencia y autocomprensión. Me he sentido perdida, pensando que mi esencia se ha diluido en la rutina, en las expectativas autoimpuestas, pero cuando me detengo y respiro, veo que todas las versiones que he sido están aquí, en mí, como una serie de acordes que componen una melodía.
El poder de la presencia
Muchos años de mi vida los pasé buscando algo: el propósito, la respuesta. La verdad es que pensaba que tenía que encontrar algo fuera de mí para sentirme plena, como si hubiese un solo destino al que llegar. Sin embargo, en los últimos años me di cuenta de algo sumamente poderoso:
Más que la búsqueda, es el encuentro de mí misma en todas mis versiones.
Lo que necesito, lo que soy, no está perdido en algún rincón del universo esperando a que lo alcance o lo descubra. Está dentro de mí, cubierto por las capas que se quitan poco a poco, día a día. Descubriendo y reconociendo lo que siempre he sido: una mujer creativa, profunda, intuitiva y llena de poder, llena de Dios. Todo lo que necesito ya está dentro de mí, y es solo cuestión de verlo, de sentirlo, de dejarlo salir, de permitirme ser, de recordar.
Hoy me encuentro en cada paso, en cada suspiro, en cada palabra que escribo, en cada silencio que me dedico, en cada reto que asumo, en cada pregunta que cuestiono. Mi esencia nunca se ha perdido, solo ha estado esperando que me detenga, que la escuche, que la vea, que le dé el permiso para expresarse, así como cuando entramos al templo de Dios. Nuestra esencia es amor.
No se trata de un destino, sino de un constante renacer, donde cada versión de mí se encuentra con la siguiente, y así voy haciendo una curaduría de mi propio ser, mientras me siento más completa y más sabia.
Al escribir esto, quiero recordarte que dentro de ti está todo lo que buscar fuera. Naciste con ello y no tienes que buscarlo, porque decir que estás buscando es decirte y decirle al Universo que algo te falta, que no lo tienes o que está perdido.
Solo cierra los ojos y mira hacia dentro. Ríndete a tu propio encuentro.
~Mon 💕
Las que puedo ser
Puedo ser la que camina descalza sobre la tierra y la que se pone zapatillas con vestido de seda.
Wow 👏🏼 muchas gracias por compartir. Que reales tus palabras y que hermoso reconocer que viven dentro de nosotras tantas versiones anteriores.