Los sueños: la liberación del cuerpo
¿Alguna vez te has preguntado qué pasa con nuestro cuerpo cuando soñamos? Para mí, los sueños son ese lugar mágico donde la lógica terrenal se toma un descanso. Es como si nos dieran permiso de conectar con nuestras emociones, deseos y miedos más profundos. Los sueños no llegan porque sí; siempre están conectados a lo que estamos transitando. Son como una invitación suave y amorosa a observar algo que necesita nuestra atención para sanar y transformarse.
Un espejo del alma
En los sueños encontramos mensajes que muchas veces pasan desapercibidos. Funcionan como un canal para procesar emociones que no hemos resuelto, o incluso para darnos claridad sobre algo que llevamos tiempo sintiendo. Cada sueño es único y funciona como un espejo que nos refleja lo que nuestro interior necesita decirnos.
Un sueño que me cambió
Hace unos días tuve un sueño. Sentí la tierra húmeda bajo mis pies, esa sensación de vida y frescura. Vi la luz de la luna iluminando un río que corría por debajo de mí. Me invadía una sensación de calma y tranquilidad. Y ahí, en medio de esa imagen, pude abrazar una parte de mí que había olvidado. Una parte que llevaba mucho tiempo esperando ser vista, pero esta vez desde el amor. Algo cambió en mí. La medicina se hizo presente en mi cuerpo. Es algo que no puedo explicar pero que sentí.
Lo que me sigue asombrando de este universo intangible y poderoso de los sueños es que no hay una fórmula para descifrarlos. Antes me ponía googlear los significados sobre animales o situaciones que me revelaban mis sueños. Sin embargo, no existe un diccionario que te diga qué significa cada cosa, porque los sueños nacen de nuestro corazón. Hablan en nuestro idioma, con nuestras palabras, y siempre están relacionados con nuestra historia. Lo que soñamos solo tiene sentido para nosotras, y por eso son tan significativos y reveladores.
Un ritual para conectar con tus sueños
Te dejo una idea que me encanta practicar: antes de dormir cierra los ojos, respira profundo un par de veces. Hazlo lento, como si estuvieras abriendo las puertas a un mundo donde todo es posible, incluso sanar.
Al despertar, si recuerdas algo de tu sueño, tómate unos minutos para escribirlo. No importa si son palabras sueltas o frases completas. Escribe lo que viste, lo que sentiste en el cuerpo, sin juicios. A veces, ese pequeño momento puede ser todo lo que necesitas para liberar algo que te estaba pesando.