La vida está llena de primeras veces y cada una de ellas vienen acompañadas de emoción, nervios y miedo, pero hay algo que simplemente se siente y que le abre la puerto al miedo diciéndole:
"Ven pásale, va a ser incómodo pero valdrá todo". Es la confianza, la de saber que sin tener muy claro el cómo ni cuándo, todo eso que sueñas y que tu corazón reclama con amor, será posible.
El 17 de junio di mi primer taller presencial: Escribir para sanar.
Un espacio para la valentía y el compromiso hacia uno mismo. Ahí estaba yo, confiando en lo que la vida me ha enseñado sin tener un título que avale mi resiliencia, mi historia y mi experiencia.
Hacerse cargo es un acto de valentía y hacerse caso también.
Cuando nos hacemos caso, cosas mágicas comienzan a suceder.
Me cansé de estar dando vueltas en el mismo bucle, encontraba mil razones y pretextos para decir que no podía y me refugiaba en ellos. Pero las veces que logré tener aquello que según me hacía falta para hacer algo, tampoco lo hacía, y escribir me ayudó a poder verlo. ¿Cómo algo tan simple puede cambiarnos?
Muchas veces vamos postergando nuestros deseos y anhelos porque sobra tiempo o creemos que nos faltan un montón de cosas para poder empezar, pero cuando decidimos trabajarnos a nosotros mismos vamos entendiendo que somos todo y somos nada a la vez y que podemos tener lo que decidamos.
Nos da miedo porque no sabemos lo que va a suceder, porque no tenemos experiencia previa, pero ¿cómo vamos a tenerla si no nos atrevemos?
Solo quiero recordarte que cuando uno ve con los mismos ojos, no puede ver más allá. Te invito a que empieces a ver con el corazón, pero para eso hay que empezar a sanar.
La vida se trata de eso de vivir como si fuera la primera vez porque tal vez sea la última.
Para cerrar junio pregúntate, ¿Cuántas vidas has dejado ir por miedo a vivirlas? ¿Si tuvieras eso que crees que te hace falta te atreverías a hacer eso que te llama? ¿Qué te detiene?