La libertad no siempre es volar.
Me he traicionado a mí misma por andar en lugares en los que me veía chiquita, y al final fueron esos lugares que me quedaron chicos.
Me he traicionado por ir buscando fuera lo que tengo dentro, también por tratar de ponerme zapatos que no son de mi talla. Porque a pesar de tener la ruta del mapa he decidido desviarme, por silenciarme y no escucharme, porque cuando te traicionas a ti mismo lo pasas desapercibido por no tomar consciencia para aceptar lo que siempre has sido.
Y puede pasar el tiempo y la vida, y ni siquiera te das cuenta de todas las veces que te has omitido, pero todo cobra sentido y fluye mejor cuando te abres y perdonas a ti mismo.
El silencio me ha invitado a conocerme más, y en eso consiste la libertad: en animarte a reflexionar lo que muchos no se atreven a cuestionar.
También consiste en poder aterrizar para prepararte y poder volar más alto, más arriba y hacia otros cielos. Vuela y aterriza, porque de nada sirve tener alas si tus raíces no te permiten volar hacia donde más anhelas.