Hace unos días fui a mi primera consulta después de que me colocaron brackets. Me encantan las analogías para conectar lo que estoy viviendo y qué mejor ejemplo que este proceso de adaptarse a esta cosa incómoda y molesta, pero necesaria.
Y así es la vida, incómodamente necesaria. Hay procesos que no queremos atravesar porque sabemos que serán dolorosos, que nos privaremos de ciertas cosas y, como todo, suele tomarse su tiempo.
Alineación y balance
Curiosamente el momento más postergado llegó en Septiembre, justo cuando había cerrado un ciclo en mi vida profesional y estaba iniciando uno nuevo.
Así como se estaban alineando mis dientes, también sentía que se movían un montón de cosas tanto dentro como fuera de mi. Estaba viviendo los resultados de las decisiones que había tomado en meses anteriores, y es natural sentir desorden cuando todo se está acomodando.
Mientras las cosas se alinean, hay molestias, incomodidad y un poco de dolor, así que he tenido que intercambiar cosas o hacer trueques conmigo misma porque no puedo seguir viviendo de la misma manera que antes.
Cuando asumes la responsabilidad de dar un paso, también tienes que estar dispuesta y comprometida a tomar todo lo que viene con ello. No solo se trata de decidir, se trata de estar consciente de que tu vida, tus hábitos y tu ser van a cambiar, aunque sea por un tiempo.
Recordar y valorar lo esencial
Lo que he aprendido durante estas primeras semanas ha sido:
Nada es tan malo como parece o te hacen pensar: Una de las razones por las que había postergado colocarme brackets era porque había escuchado que dolía mucho, que era “muy caro” y que tardaba mucho más de lo considerado. Sin embargo, me he dado cuenta que nada de eso ha resonado conmigo. Así que si estás deteniéndote a tomar una decisión (cualquiera que esta sea), por lo que escuchas, déjame decirte que hay una sola forma de corroborar eso: vivir la experiencia.
La pérdida siempre deja una o varias ganancias: Otra de las razones fue que nunca antes había utilizado brackets, así que pensaba ¿Cómo alguien de casi 30 años va a andar con eso? Mucha vanidad, inseguridad y juicio había detrás, pero estoy ganando más de lo que mi mente pudo imaginar perder, como por ejemplo: mis uñas están sanas, largas y fuertes porque ya no me las puedo morder.
Disfrutar, ir poco a poco, despacio, quitar el pie del acelerador e ir más lento: Algo tan básico y necesario como lo es comer, se ha vuelto en un ritual y un espacio sagrado en el que ahora puedo degustar y meditar. A veces el dolor nos “obliga” a ir más lento, y el aprendizaje que hay en eso es sumamente valioso. He podido reconectar con los alimentos, cuáles me ayudan y me benefician más, escucharme y saber que si me descuido, puede traer una consecuencia, y entonces la incomodidad o el dolor pueden volverse más duraderos.
Sonreir siempre a la vida: Debo confesar que aun hay momentos en los que me cuesta sonreir para alguna foto, sin embargo, me cacho las veces que esa vocecita me dice “no sonrías enseñando los dientes” y para callarla le sonrío. Afortunadamente, me he rodeado de personas que cuando perciben esa sonrisa que no quiere presentarse tal cual es, me recuerdan sonreir.
Lo que deseas se hace realidad: Cuando era niña tuve el tonto deseo de tener brackets, incluso jugaba a tenerlos poniéndome pedazos de papel aluminio… ¡En qué pensaba! En verdad no puedo juzgarme porque era una niña pensando que eso era divertido.
Todo pasa: Algo que me ha funcionado en este proceso ha sido saber que en unos meses ya no necesitaré este aparatito incómodo, pensar en los beneficios que he conseguido y aunque no lo quería hacer, me rendí ante la idea de que era necesario, porque si no lo hacía en este momento, sabía que después sería mucho más doloroso.
Crear una estrategia que te haga sentido
Adaptarse a esto ha requerido mucha paciencia, apertura y responsabilidad. Sin embargo, esa niña que algún día tuvo el tonto deseo de querer tener brackets porque pensaba que era divertido, algo de razón tenía.
Recuerdo el día que me los colocaron y llegó el momento de elegir el color de las ligas. Los odontólogos me enseñaron todos los colores que tenían y mi respuesta fue “las que se vean menos”, así que terminé con unas de color gris.
Me fuí muy satisfecha, sin embargo, no podía sacarme de la cabeza por qué preferí un color discreto. Así que recordé a esa niña, ¿qué hubiera hecho en ese momento?, ¿qué haría ahora?, y llegué al compromiso conmigo misma de que si ya estaba en esta situación, la cuál era necesaria y que yo había tomado la decisión de afrontarla, entonces iba a dejar de esconderme y disfrutar este proceso con mi propia estrategia: jugar y divertirme.
Así que hoy, tengo nuevas ligas y no fueron grises, opté por ponermelas negras y moradas, siguiendo la temática del día de muertos, aun siguen siendo discretas, pero voy poco a poco…
«Rendirse es la simple, pero profunda sabiduría de ceder, en lugar de oponerse al flujo de la vida. El único lugar en el que puedes experimentar el flujo de la vida es en el ahora. Así que rendirse es aceptar el momento presente de manera incondicional y sin reservas.»
Eckhart Tolle
-Mon