Algo tenemos las personas que vivimos cerca del mar. Tal vez sea un privilegio, el regalo de ver cómo el sol pinta el cielo de distintos colores, el milagro de escucharlo rugir como un corazón eterno, o simplemente la libertad de elegir un lugar donde nuestra alma se siente en casa.
El mar es más que un paisaje, es un testigo. Lo veo y me pregunto ¿Cuánto tiempo lleva observando nuestras historias, abrazando secretos que dejamos ir con las olas, y guardando los tesoros que a veces olvidamos buscar? Hay algo profundamente humano en el baile de sus olas, en su furia, en su paciencia, en su constancia de estar y permanecer.
El llamado de un nombre
Ayer tuve asistí a la presentación de un libro que resonó conmigo desde el título: Contraforma. Un poemario escrito por @Sara Audirac e ilustrado por @Nidia Arellano.
Las autoras no solo han compartido una amistad desde los 13 años, también han crecido como artistas, transformándose, moldeándose y siendo testigos del viaje creativo de la otra.
Hay algo mágico en la complicidad que crece como raíces que se entrelazan y florecen en diferentes formas. En este caso, su obra no solo es un reflejo de sus caminos individuales, también un testimonio de cómo las conexiones humanas nos enriquecen y nos invitan a seguir explorando quiénes somos, una y otra vez.
Así como el mar es cofre de misterios, cada vínculo que cultivamos es un mapa hacia nosotros mismos, un recordatorio de que el amor y el arte son olas que nos llevan a nuestra profundidad para poder llegar a nuestra orilla.
Almar
Hay momentos en los que una experiencia llega con la fuerza de una ola inesperada, nos revuelca, nos arrastra y nos lleva hacia el fondo. A esa profundidad oscura y fría.
Las historias que antes creíamos eternas comienzan a desprenderse de nosotros. Son como burbujas, frágiles y silenciosas, que emergen hacia la superficie mientras las miramos alejarse. Llevándose consigo un fragmento de nosotros, un recuerdo, un sueño, un “y si…”. Al llegar a la superficie, explotan con un susurro sutil, desvaneciéndose como si nunca hubieran existido, dejando un vacío, un eco silencioso de lo que fuimos, pero en ese vacío, hay espacio para algo nuevo.
La profundidad también es origen. Es ahí, en el lugar donde todo parece perdido, donde comienza otra historia.

Los estados del ser
Durante la presentación, @Sara compartió que este poemario nació mientras trabajaba en su segunda novela. Al intentar escribir, surgieron mensajes que decidieron ser otra cosa. Lo describió como un proceso donde vivía los distintos estados del agua, y esa metáfora resonó conmigo y me inspiró a (d)escribir lo siguiente:
A veces, me siento como el agua, cambiando de estado según lo que la vida me exige. Hay días en que soy hielo: rígida, inmóvil, aferrándome a mi forma para no desmoronarme. Es una especie de defensa, un intento de mantenerme intacta en medio del caos. Pero incluso el hielo, bajo la presión del sol, comienza a derretirse. Entonces, dejo que las lágrimas fluyan, que las emociones corran como un río, porque entiendo que no puedo ser sólida para siempre.
En otros momentos, soy líquida, adaptable y fluida, navegando entre lo que fue y lo que está por venir. Me muevo, me transformo, busco llenarme de lo que me rodea. Es el estado donde más viva me siento, aunque a veces me pierdo en la corriente.
Y luego están esos días en que todo parece evaporarse. Mis sueños, mi estabilidad, mi certeza... todo se eleva, dispersándose en el aire. Es desconcertante, pero necesario. Porque aunque no lo veo, sé que esa niebla se condensa en algo nuevo: nubes que se preparan para la lluvia, trayendo vida y renovación.
Cada estado nos enseña algo:
El hielo nos recuerda la fortaleza.
El líquido, la capacidad de adaptarnos.
El vapor, la importancia de soltar.
Nuestro océano interno
Nuestro océano interno está en constante movimiento, siempre fluyendo, transformándose, y renaciendo. Es en sus profundidades que descubrimos no solo lo que hemos perdido, sino también aquello que somos capaces de construir.
Cada inmersión en nuestro propio mar se convierte en una invitación: a soltar, a aceptar, a comenzar de nuevo. Porque solo cuando dejamos ir lo que éramos, podemos abrirnos a lo que estamos destinadas a ser.
-Mon 🌊