En este texto te quiero invitar a abrirte a las infinitas posibilidades, desde las más hermosas y hasta las más dolorosas. Los diferentes matices que tiene la vida y por los surcos que pasamos en el camino.
El camino así es
Somos sanadoras de nuestra propia historia. ¿Entonces significa que hay algo que sanar en nosotras? Depende de desde dónde lo mires. Si te ves desde el juicio o la perfección, encontrarás mil maneras de señalarte, de pensar que falta o sobra algo. Pero si te miras con compasión y amor, empiezas a entenderte y a regresar a ti misma. El amor es el puente que nos conecta, el que nos convierte en exploradoras de nuestro propio ser y nos hace descubrir que nuestra propia medicina está en el camino.
Hacer las paces con los demás ha sido siempre un poco más fácil que hacerlas conmigo misma. Hacia otros, puedo soltar, entender, y seguir adelante. Pero cuando miro hacia dentro, cuando soy yo quien necesita perdón, aceptación y amor, el proceso es más complejo. Quizás porque conozco cada rincón de mis fallas y mis luces.
Hacer las paces conmigo misma es aceptar que no soy perfecta, que no tengo todas las respuestas, y que eso está bien. Así es el camino. Así de imperfecto y mágico.
Mandatos sagrados
Reconciliarme conmigo.
Perdonarme.
Hablarme bonito incluso en los días en los que ni yo me comprendo.
Conocer mi historia y mis raíces para saber qué podar y cómo abonar mi propio árbol.
Reconocer mi pasado y aceptar mis errores. Ver mis sombras con el mismo amor que veo mi luz. Aceptarlas y darles un lugar para que no salgan impulsivas y atrevidas.
Puedo volver a elegir y empezar de nuevo.
Valorar la oportunidad de hacer las cosas de mejor manera, de vivir más libre y más mía.
Estos puntos son para recordarme vivir desde el amor y la libertad. Porque el dolor, el gozo, la alegría, la dicha; así como el fracaso, la caída, el renacer y el brillo son inevitables. En lugar de luchar contra ellos, elijo abrazar cada experiencia y abrazarme a mí misma mientras fluyo con lo que la vida me presenta.
Reconciliarme conmigo está siendo una tregua con la vida y todos sus matices.
Mi versión de 23 años
No sé que movimientos energéticos anden por allí, tampoco sé mucho de astrología, y lo que sé es por otras personas que llegan de mensajeras; pero en estos últimos días he conectado mucho con la Monse que era yo hace 8 años.
A esa Monse de 23 años, le agradezco por cada paso del camino, incluso cada pieza que, en su momento, no tenía sentido. Hoy puedo encajarlas, y viendo la imagen completa, es en retrospectiva y profunda reflexión que he podido sanar partes de mi que ni siquiera sabía que dolían hasta que decidí hacer las paces conmigo y con mi niña.
No tengo ni la más mínima intención de rechazar mis sombras porque si lo hago es rechazar y eliminar partes de mi.
Ya no soy la niña de 23 años, hoy con un poquito más de conciencia y de inteligencia soy capaz de identificar(me) cuando estoy en riesgo, y con esto me refiero a ponerme en riesgo a mí. Riesgo de caer en las trampas de mi ego, de dejarme llevar por el impulso y el deseo, miedo a dejar que mis sombras y mis heridas me guíen y me controlen. Tal vez mi gran miedo ha sido a mi misma, a dejarme apagar por el soplo de mis sombras o a incendiarme con la chispa de mi luz.
-Mon ✨




