Eres la discípula de tu propia disciplina

Reconoce tu poder para moldear tu vida

¡Hola Hola! ¿Qué tal? Estoy emocionada por estar acabando el año como lo estoy haciendo. Conforme pasa el tiempo siento que estoy más anclada o le soy más fiel a lo que me va pidiendo mi ser, y eso es un logro enorme y un exitazo que a veces me cuesta reconocer.

Hoy, a mitad del mes de octubre, empezando una nueva semana y a poco más de 60 días para cerrar un año más, te quiero compartir lo que ha significado para mi regresar a lo importante, respirar profundo y no morir sin el intento.

Quisiera centrarme en dos palabras clave del título de este ~MonDay: discípula y disciplina.

Eres una discípula ¡Oh sí! 😎

Quiero confesarte que cuando escuchaba la palabra discípula, los ojos se me reviraban porque no podía asociarla con otra cosa que no fuera religión e iglesia, pero cuando llegó a mi a través de las páginas matutinas supe que tenía que resignificarla.

Ser una discípula es ser una persona que aprende, normalmente es bajo la dirección de un maestro, o también, es seguidor(a) de otra persona. Entonces, si aprendes de la vida, de otros o de ti misma; si eres una estudiante constante de tu soberanía, de tu poder y de tu ser, eres una discípula.

Ser discípula implica tomar responsabilidad personal, es decir, observarte, escucharte y reflexionar; y para esto requieres practicar. Otra vez: practicar, practicar y practicar. Lo que nos lleva a la otra palabra clave:

Disciplinarte

La disciplina es nueva para mí, hace relativamente poco es que pude hacer las paces con ella y resignificarla porque entendí que si quería emprender iba a necesitar de ella, porque la disciplina es el motor para crear y son los cimientos para construir cualquier cosa en la vida.

Curiosamente, el arte ha sido una manera ligera, expansiva, creativa y nutritiva para cultivarla. Ha sido gracias a la disciplina que puedes leerme cada lunes.

El arte es una disciplina y la disciplina es todo un arte.

La disciplina es el puente que te va a llevar del lugar en donde estás hoy al lugar que quieres habitar mañana. Y ¿qué crees? ese puente se construye justo con lo mismo de lo que está hecho: disciplina.

Yo misma creo, perfecciono y sigo mi propia rutina, estructura o reglas. Y cuando digo perfecciono me refiero a probar una herramienta como “debe ser” para ver qué pasa conmigo y cuáles son sus beneficios, una vez que la experimenté, entonces decido qué sí quiero mantener y qué decido transformar con base en lo que se siente más ligero para mi y me haga sentido con lo que quiero vivir en ese momento.

La disciplina es una invitación para que construyas tu(s) puente(s).

El proceso de aprender y crecer depende de cómo te disciplinas a ti misma con amor.

En el camino, estas tres acciones me han ayudado a ser la discípula de mi propia disciplina:

• Regresar a lo importante: ¿por qué empecé? ¿cuáles fueron los verdaderos motivos? Y si esos motivos ya no caben en tu corazón o ya no te emocionan (y tal vez nunca lo hicieron) es válido soltarlos y recalcular. Recuerda que siempre se puede empezar de nuevo.

• Respirar profundo: no hay nada que se sienta en el cuerpo que no se libere con una respiración profunda o con un suspiro. Yo lo siento como un “Dios, ayúdame. Recibo claridad y templanza”. Respirar profundamente te resetea, te regresa y te conecta con tu corazón, donde habita tu esencia.

• “No morir sin el intento”: esta frase es de @conmidomisma y me encanta porque no es evitar el fracaso, sino asegurarse de haber intentado, de haber vivido con propósito, acción e intención. Lo importante no es tanto el resultado, sino en la experiencia, el proceso y en quién te convertiste.

Eres la creadora y la aprendiz. Eres la alumna y también la maestra. Eres la discípula de tu creatividad, de tu arte y de tu vida. Quisiera cerrar con esta pregunta: ¿Qué puentes has construido o sigues construyendo? ¿Cómo te estas sintiendo en estos últimos meses del año?

~Mon

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En los últimos cuatro años aproximadamente, algo que he notado gracias a observarme y conectar con mi ser, es que para esta temporada (septiembre - diciembre) me voy más hacia dentro y mi energía ya está más apacible. Es como si cada cumpleaños se abriera una puerta nueva y estoy en tránsito hacia lo que sea que siga.