El miedo detrás de la resistencia
Hace un par de semanas inicié el taller “La mente de la Escritora” impartido por Margó Mendoza de @ruedademujeres. En la primera clase después de una increíble introducción sobre el realismo romántico, llegó el momento de poner la mano sobre el papel para escribir el primer ejercicio: “Hotel de fantasmas”.
Honestamente, lo postergué mucho, me sentí incómoda porque no es el tipo de escritura al cuál estoy habituada a hacer, pero allí estaba nuevamente frente a la hoja en blanco, y a pesar de la resistencia que sentía por dentro sabía que tenía que hacerlo para poder explorar una nueva versión de mi.
Te comparto lo que escribí:
Era su primer viaje sola, estaba muy contenta porque después de tanto pensarlo decidió enfrentar el miedo a ir de vacaciones sin compañía, a un lugar nuevo y lejos de casa.
Había reservado un Hotel céntrico, ubicado frente al zócalo de la ciudad, le pareció práctico y su aspecto era vintage, tal y como a ella le gustaba.
La primera noche mientras se lavaba el rostro, sintió que por más que se encontraba sola, no lo estaba. Esa noche, fue su primer acercamiento con los peores fantasmas, los suyos.
Mientras se cepillaba los dientes frente al espejo, se le apareció el reflejo de una niña llorando, una niña que le decía que se sentía sola, que la llevara a casa. Una niña que le preguntaba por qué la había llevado hasta ese lugar, ella solo quería regresar.
De pronto mientras veía fijamente a la niña, escuchó una voz que le dijo: ¿Para qué viniste sola? Te hubieras quedado en casa, ahí estás segura. Cuando la escuchó, se volteó rápidamente y se encontró con una señora ya anciana, con el cabello suelto y canoso, el cuál le llegaba hasta la espalda baja.
María le preguntó ¿Y tú quién eres? ¿Eres la abuela de esta niña? Y con una voz lenta y que apenas se le entendía, le contestó: ¿Acaso no me conoces? Vengo por ustedes para llevarlas de regreso, no quiero que les pase nada, la vida y el mundo está lleno de caos y peligro, mejor me las llevo conmigo.
Esa noche, María huyó de sus propios fantasmas, salió corriendo hacia el lobby del hotel y pidió otra habitación. La recepcionista le preguntó la razón por la cuál quería cambiarse, y ella le contestó: “Necesito estar más tranquila, hay mucho ruido en esa habitación”.
Le asignaron la habitación más alejada, y mientras María se recostaba en la cama, sintió cómo se hundía como si otra persona estuviera acostándose. Lo dejó pasar, y a los 2 minutos volvió a sentir lo mismo pero del otro lado de la cama. Esa noche María durmió con sus peores fantasmas, su miedo a estar sola y la ansiedad que siempre la resguarda.
Parte del ejercicio era mandar tu relato en audio, y aquí te lo dejo por si gustas escucharlo:
He aprendido y pude corroborar con este ejercicio, que:
Detrás de un bloqueo o resistencia siempre hay un miedo que nos detiene porque no quiere ser explorado o descubierto.
Si queremos sanar ¿cómo hacerlo si no nos atrevemos a descubrir nuestras heridas?