Desde hace un tiempo, pertenezco a un club de poesía y he estado haciendo lo que nunca antes: leyendo poesía y aprendiendo sobre ella.
La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida es un libro de poesía escrito por Elvira Sastre, el primero que leo de esta autora española y contemporánea.
Al leerlo, conecté profundamente con una parte de mi pasado, con las emociones de aquella adolescente romántica que soñaba con un hombre que llegara a su vida a darle el amor que veía en las películas.
En este libro, Elvira aborda experiencias personales y sentimientos muy íntimos con una sensibilidad única. Quedé encantada.
Cada poema, me dejó ver una intimidad dolorosa y la resignación ante el sufrimiento emocional. Reflejan la vulnerabilidad del ser humano y la manera en que nos relacionamos con nuestras propias heridas emocionales.
Aquí te dejo algunas de las frases con las que resoné y amé:
¿Qué saben del amor quienes confunden arrojarse al vacío con volar? Benjamín Prado
Tu puerta cerrada es la entrada a mi casa.

Sé que jugamos a ser ciegas y supimos volver a casa[...]
En las huidas también se llega a algún lugar.
Me he dado cuenta de que huir de uno mismo es correr hacia las cosas que nos dañan.
No te quiero spoilear, pero cada palabra habla sobre el amor, la pérdida, la soledad y cómo nos sentimos con nosotros mismos.
Para mi, este libro es un llamado a liberarse del dolor que nos ha marcado. Es un recordatorio de que no estamos destinados a llevar nuestras heridas como una carga constante, sino que podemos sanar y seguir adelante.
Desacostumbrarse a la herida, es un proceso que es posible cuando nos permitimos reconocer y aceptar que el dolor es parte de la experiencia humana, pero ese dolor no nos define.
Para mí, la poesía, en particular la de Sastre en este libro, es un viaje de autoaceptación y autocuidado, que nos invita a perdonarnos a nosotros mismos y a los demás por las heridas que se hicieron en el pasado y que aun duelen.
Abrir los ojos, es abrir el corazón y eso es un acto de valentía y fortaleza para enfrentar el dolor, permitirte sentirlo, conocerlo, comprenderlo y entonces, dejarlo ir.
Desacostumbrarse a la herida también significa abrirnos a nuevas experiencias, construir relaciones más sanas y cultivar un sentido renovado de esperanza y gratitud por la vida.
Implica un compromiso contigo, con tu autopercepción y transformación personal. Es un proceso gradual, pero cada paso, cada movimiento o cada decisión que estés dispuesta a elegir te libera y te acerca a una vida más plena y auténtica.
Y con esta cierro:
Ten paciencia conmigo.
Porque el mundo es así, y vengo herido,
ten paciencia conmigo.
Luis García Montero
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