Cuando nos atrevemos a sentirlo todo se abre la puerta de la transformación.
“Cómo has cambiado, ya no eres la misma persona”.
Sí, he cambiado.
Sí, soy yo, la misma persona.
Lo que ha cambiado es la manera en cómo me veo a mí. También he cambiado mis creencias, mis opiniones, he cambiado de trabajo, de relaciones.
Pero en realidad más que cambiar he aprendido a transformar y también a quitar lo que no suma y a incluir lo que sí.
Pero no te confundas, no se trata de cambiar por ego, sino por amor, amor a ti misma y no al otro.
Cuando uno primero nutre la tierra antes de plantar una semilla, todo florece.
Ante toda ganancia viene una pérdida, y cuando te ganas a ti de nuevo, cuando te recuperas desde un sentido de volver a ti, aunque también es recuperarte de todas esas heridas, se pierden muchas cosas, a muchas personas y también se pierde esa vida que conocías y la cuál diste por hecho.
Pero, ¿qué crees? No se puede perder lo que no es de uno, al final todas esas pérdidas que has tenido, no eran tuyas porque estaban basadas y construidas en un terreno ajeno que simplemente no te pertenecía.
Lo único que te pertenece es lo que ya eres y vive dentro de ti, y entonces ese cambio que ven todos allá afuera es el resultado de quien verdaderamente eres.
Es un cambio que transforma, ¡claro que has cambiado! Es natural, porque de lo contrario vas en contra de la gravedad de tu energía y de lo que te encamina a ejercer tu propósito en esta vida.
Somos procesos, porque nos estamos deconstruyendo, hemos estado preparándonos en nuestro capullo para que cuando ese proceso cumpla su función se abran nuestras alas y podamos volar a donde siempre quisimos, a esos lugares que nos arrebataron con discursos hirientes y llenos de juicios.
Hay dolores que lastiman mucho, pero hay dolores que nos liberan si sabemos cómo transitarlos y resignificarlos. Se llama transformación.
El duelo de "cambiar" es doloroso porque es observar el lugar en donde estás y soltar esa vida que creíste que era tuya, pero que ya no lo es más, y tienes que confiar. Confiar en que no estás construyendo la vida de tus sueños, si no que estás trabajando por regresar de donde nunca te debiste de haber ido: de ti.
Todo lo que tienes hoy es un regalo ¿decides abrirlo y disfrutarlo o lo dejas empacado por miedo a que no te guste?
Así que si alguien en algún momento te ha dicho o dice “Cómo has cambiado, ya no eres la misma persona”, siéntete orgullosa porque de eso se trata, y al final ese cambio que estás logrando, ese que empezó con valentía y has transitado con dolor, tristeza, desorden y muchas cosas más, se está reflejando.
Les dejo estas rolitas que cuando tengo ganas de volver, me recuerda que siempre es hacia mí misma.