La satisfacción de cumplir mi palabra me ha empoderado a querer genuinamente ir por más, porque cuando sueles proponerte algo y lo logras reconoces tu poder y te sientes capaz de continuar.
El miedo disfrazado de libertad
Un plan de acción no era opción para mi, sentía que me limitaba, que iba en contra de la libertad que quería experimentar. Me decía: “Yo fluyo, no quiero ataduras, no quiero que mi vida se vuelva rígida.” La verdad es que me estaba contando una historia para evitar ver lo que había detrás: miedo.
Miedo a comprometerme.
Miedo a fallar.
Miedo a darme cuenta de que quizás no lograría lo que me proponía.
Evitaba ponerme objetivos, dejaba proyectos en el aire y me justificaba diciendo “esto no es para mi”. Solo cuando decidí construir mis cimientos pude ver el verdadero valor de un plan: no como una jaula, sino como la estructura que me permite ser realmente libre.
Cuando me atreví a darle una oportunidad a la estructura, entendí que la verdadera libertad no está en evitar los planes, sino en confiar en que pueden ser una herramienta para expandirme. Así que en 2024 decidí hacer una prueba.
Confiar en la Gran Magia
En 2024, hice un experimento: me comprometí con una sola cosa—escribir aquí cada lunes. No más, no menos. Y me sorprendió darme cuenta de que cumplir mi palabra no me quitaba libertad, sino que me daba más. Para este año, decidí ir más allá. Diseñé un plan más completo que incluía pasos más firmes y concretos, proyectos con objetivos claros y sostenibles, incluso hice proyecciones de ingresos. Me atreví a soltar el control y entregar a la Gran Magia el proceso y el resultado.
¿Cuál ha sido la sorpresa? Que la vida está orquestando a un ritmo distinto del que imaginé, me ha abierto otras puertas que me hacen cuestionarme lo que planifiqué y justo a confiar en que Dios siempre tiene mejores planes. Siento que Dios dijo: te quedaste corta, así que te regalo experiencias más grandes para que seas más valiente.
Te confieso que me sentía super motivada y emocionada de materializar ese plan, todos esas metas y objetivos. Y no, no significa que ya no lo quiera o lo logre, pero probablemente me tome mucho más tiempo del que pensé, tal vez menos o ese “gran plan” realmente es solo un cachito. No lo sé. Por lo pronto estoy reajustándome y conciliando con el ego de todo lo que me quiere proteger.
Dios orquesta de una manera misteriosa y mágica a la vez.
Volver a lo esencial
Más allá de lo que queremos materializar, la verdadera pregunta es: ¿desde dónde nace tu deseo, tu meta o tu sueño? ¿desde la semilla del amor o desde la de la obligación? Se trata de volver a lo esencial. Siempre.
Aquí te comparto algunas preguntas que me han ayudado a regresar al momento presente y conectar con mi corazón:
¿A qué me está invitando la vida?
¿Qué quiero en este momento? ¿De qué tengo ganas?
¿Qué necesito? ¿Cómo me nutro?
¿Qué miedo se esconde detrás de mi resistencia?
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Definir lo esencial: Regresar a la raíz, a lo que realmente importa. Es hacer una pausa de consciencia para preguntarte: ¿Qué es lo que de verdad necesito? ¿Qué es indispensable para mí? ¿Qué áreas de mi vida necesitan un ancla, un punto de apoyo que me ayude a caminar con más claridad? Definir lo esencial ayuda a elegir en qué quieres poner tu energía, es darte el suelo firme para vivir lo que realmente necesitas para construir lo que quieres. No se trata de llenar la vida de reglas, sino de identificar aquello que te sostiene y te da dirección.
Definir mis principios y tener dirección sin sofocar mi espontaneidad: Ser libre no significa ir a la deriva. Tener claridad en lo que no es negociable para ti te permite moverte con seguridad sin perder flexibilidad. ¿Cuáles son los valores que te guían, incluso en los momentos de incertidumbre? ¿Cómo puedes honrarlos sin sentirte atrapada o limitada por ellos?
Planear con intención entregando tus planes a Dios: Hacer planes es necesario, pero aferrarse a ellos puede ser un acto de desconfianza y miedo ¿Y si dejas espacio para que la vida te sorprenda? ¿Y si lo que viene es mejor de lo que imaginaste? Suelta el control, pero no la intención.
Crear rituales en lugar de rutinas: Sé que necesitamos rutinas para casi todo. A veces hay que romperlas y otras veces solo es cuestión de ritualizarlas, de darle ese toque que la va a hacer diferente y disfrutable. La diferencia entre un ritual y una rutina es la intención. Uno te conecta, la otra te adormece. ¿Qué actividades diarias podrías ritualizar o darle un refresh para que te emocionen, te nutran, te devuelvan al presente y te hagan más fácil el camino?
Revisar de manera constante y recalcular si es necesario: Hay muchas formas de llegar a donde queremos ir ¿Cuándo fue la última vez que te cuestionaste si continuas en tu rumbo? ¿Sigues yendo hacia donde realmente quieres o ya te desviaste? Recalcular es adaptar el viaje a quien eres hoy, siendo leal a tu versión futura que te espera con los brazos abiertos.
A veces, hacemos planes desde la prisa, del “deberíamos”, desde la necesidad de validación externa o desde el miedo a quedarnos atrás. Es cuando nos apagamos, nos desconectamos y entramos en automático. Otras veces (y desafortunadamente pocas) los hacemos desde el amor y la confianza. La clave está en aprender a distinguirlo.
La vida siempre encuentra la forma de mostrarnos que el verdadero reto está en nuestra capacidad de adaptarnos y confiar.
El movimiento es un recordatorio de la diversidad de nuestro espíritu.
Rendirse a la vida
Rendirse no es darse por vencida. Es soltar la necesidad de controlar cada detalle, de querer tener todas las respuestas antes de dar el primer paso. De esperar a sentirse “más preparada” para continuar. Es aceptar que el camino no siempre se verá como lo imaginaste, pero eso no significa que no sea el correcto.
A veces, la resistencia no es un “no” de la vida, sino una puerta que necesita que confíes lo suficiente para empujarla. ¿Y si en vez de pelear contra lo que no entiendes, te entregas a la experiencia? ¿Y si en lugar de forzar el rumbo, aprendes a escuchar lo que la vida te susurra entre líneas?
Rendirse es honrar el ritmo de tu alma y bailar con la incertidumbre sin perder tu esencia. Es permitirte sentir y recordar que cuando sueltas el control, algo mágico sucede: la vida te lleva justo donde necesitas estar. La pregunta es: ¿estás dispuesta a recibir lo que realmente necesitas para vivir la vida que quieres?
~Mon ✨