Como te comenté en el Monday anterior, en esta temporada del año suelo irme más hacia adentro, lo que implica una limpieza de varios tipos: mental, emocional, y física. Es como si me pusiera a ordenar también mi mundo interno.
El domingo, después de sentarme a escribir, me puse a limpiar la cocina y me topé con una vajilla que me regalaron mis papás y que ellos no ocuparon. Nunca la usé. Me encanta porque es vintage y rosa. La verdad me parece muy nice y la guardé con la intención de usarla en ocasiones especiales—esos momentos que parecen dignos de celebrarse, como un cumpleaños o una reunión con amigas.
Momento perfecto
Esa vajilla llevaba como siete años guardada, al menos conmigo, y cuando la vi esta vez sentí algo que me llevó a preguntarme ¡¿Cómo es posible que siga aquí?! Así que saqué todas las piezas y las puse a la vista. Me di cuenta de que ya estaba un poco harta de los platos que usaba siempre. Quería algo nuevo, algo que me hiciera sentir diferente. Y de repente entendí: el momento perfecto para usar la vajilla era ese. No quería seguir esperando, no más “cuando llegue el día especial”.
En ese instante, me di cuenta de que esta tendencia a postergar no solo vivía en mi cocina; estaba también en mi vida. Muchas veces sigo esperando ese "momento ideal", creyendo que cuando llegue voy a tener el permiso de disfrutar más, de vivir mejor. Es como si siempre estuviera en pausa, creyendo que necesito un motivo extra para merecer usar lo que ya está a mi alcance.
Recordé una frase que le escuché a Lety Sahagún: “Soy una perfeccionista en recuperación.”
Romper el círculo
Cuando decidí usar la vajilla, sentí que estaba rompiendo con algo más grande: el perfeccionismo que aprendí desde chica, esa tendencia a creer que solo vale la pena celebrar cuando la ocasión es grande, social, o pensada para los demás. Sé muy bien de dónde viene ese chip. Me di cuenta de que, muchas veces, había dejado mi propio placer en segundo plano, esperando el "momento perfecto" que nunca llegaba.
Tener la valentía y la libertad de poder cambiar ese patrón me hace sentir más auténtica.
Un mantra o frase que he intentado tener presente en los últimos meses ha sido: “Vivir desde el amor y la libertad”. No es fácil, es más bien un recordatorio constante, porque muchas veces lo que vivimos y aprendimos de nuestra familia sigue presente en pequeños detalles que no son NADA pequeños.
Romper con patrones tan arraigados es un proceso, no sucede de un día para otro, pero me he dado cuenta de que cada pequeña decisión—como usar una vajilla guardada por años—es un paso hacia esa libertad.
Es curioso cómo pequeños gestos o acciones pueden simbolizar algo mucho más grande. Al elegir no esperar más, estoy decidiendo vivir con más amor y menos expectativas. No se trata solo de los platos; es todo lo que ellos representan. Es permitirme disfrutar sin que tenga que ser perfecto.
Romantizar los momentos
La perfección nos limita, nos empuja a pensar que siempre hay algo más grande o mejor por llegar. Pero he descubierto que darle un toque romántico a lo cotidiano transforma la rutina en algo mucho más significativo, incluso se vuelve más divertida y disfrutable.
Hemos sido condicionados a ver el romanticismo de manera idealizada, como si solo existiera en momentos especiales y “perfectos”. El verdadero romanticismo se encuentra en los pequeños detalles, en lo simple y lo genuino de nuestra rutina, donde el amor y la conexión florecen sin necesidad de tanto adornos o expectativas. Es una invitación a reconocer el valor en lo ordinario.
Esta semana, comer en estos platos vintage ha sido como agregar un ingrediente secreto que no sabía que necesitaba. Siempre me ha gustado hacer que mis comidas se vean bonitas, pero esta vez se ha sentido diferente. Más libre. Más mío.
Romantizar es más que solo adornar, es una forma de recordarme que mi vida, justo como es ahora, ya es digna de ser celebrada. Es un pequeño acto de amor hacia mí misma, de reconocerme en el aquí y en el ahora.
Cada día tiene su propia magia si estás dispuesta a encenderla, crearla y ser un canal para su manifestación.
Creo que a veces nos olvidamos de disfrutar lo que ya tenemos. Pensamos que necesitamos algo más para que el día sea especial. Pero cuando decides vivir desde el amor y la libertad, hasta los detalles más simples se convierten en celebraciones. Y eso, para mí, es lo que hace que cada día tenga su propia magia.
~Mon ✨


Esta semana está muy movida y estoy muy emocionada porque tengo dos talleres presenciales:
Es la primera vez que colaboro en un café y también con una artista para un taller de escritura 🤯 Se sienten los nervios duplicados, pero la confianza y certeza que haremos magia juntas.
Me ha llegado tu escrito en el momento justo! 💌
Esos platos son preciosos! 😍 Resueno 100% con lo que cuentas del perfeccionismo. Cuándo es el mejor momento? Ahora es tan bueno como cualquier otro. Y si no es ahora-ahora, puede ser planificado para un día especial, pero tienes que hacer que llegue. Decir "en mi cumpleaños" o "cuando me visiten amigos" y sacar esos platos. Lo especial también tiene un lugar 💜