Antes de saber que era ella, algo me decía que era ella. Cuando me enteré de su llegada me puse a llorar. Recuerdo que estaba desayunando, y recibí un mensaje de WhatsApp. Mi hermano había escrito en el grupo familiar para darnos la noticia.
Fue una emoción que no había sentido antes. A partir de ese momento mi corazón se expandió.
Amor inmenso y profundo es el que siento por mi sobrina Constanza.
Un amor bonito
El amor de tía es algo que estoy experimentando desde una etapa de mi vida en la que soy más consciente y presente. Soy la hija menor y crecí rodeada de primos más grandes, por lo que tengo muchos sobrinos, pero no había sentido un amor tan distinto y cercano, una emoción tan florecedora como la que me ha regalado Constanza.
Ella aun no lo sabe, ahora no le interesa y tal vez nunca lo haga, pero su existencia me está cambiando la vida, me está expandiendo el corazón y me hacer querer ser mejor.
Cuando tiempo paso con ella siento que estoy aprendiendo a ver la vida con otros ojos, o tal vez con los ojos de la niña que algún día fui. Cuando llora, se enoja o se ríe no la juzgo, la amo tal y como es.
Y todo este amor de tía enamorada y emocionada me ha traído un juego de palabras que recién compartí en la cuenta de instagram:
Cuando dejamos de juzgar y empezamos a jugar la vida se pone más bonita.
Y eso me ha enseñado Cons, curiosamente, a regresar a mi.
Construyendo sin expectativas
Hace unos meses platicaba con la mamá de una amiga, y le contaba de este amor de tía que me hace subir al cielo y crecer mis raíces. Le compartí algo que pensé cuando supe que iba a ser tía de una niña: “¿Qué ejemplo le voy a dar como tía?” Ella genuinamente me respondió: “¿Cómo que qué tía va a tener? Pues a ti, tal y como eres”.
En ese momento me di cuenta que me estaba poniendo expectativas de ser una tía cool, profesionalmente chingona, desarrollada emocionalmente, etcétera. Había comenzando a idealizar y proyectar mi relación con un ser humano que apenas venía a la vida. ¡Uff qué fuerte!
Esto no significa que no existan personas que nos impulsen y motiven a ser mejores, y que además nos acompañen y sostengan en el camino, o que esto esté mal; pero hay una diferencia enorme cuando transitas el proceso por y para ti que cuando lo haces por alguien más.
Estar en el medio
No sólo me siento en el medio porque ella vive en otro lugar. Hasta ahora la he visto 4 veces en lo que va de su diminuta experiencia humana. También, me siento en el medio porque aun no sé si seré madre.
He dicho tantas cosas sobre NO SER, que hoy no me siento tan orgullosa de esa versión de mi que lo ha hecho desde la herida, el miedo y el juicio. He escrito una lista ponderando porque sí´s y porque no´s, y hasta ahora, este último tiene más motivos.
Sigo teniendo juicios, pero cada vez menos. Sigo teniendo miedos, pero ahora me atrevo a reconocerlos y sé de dónde vienen. Y cuando sabes el origen y la raíz, puedes decidir más libre, más segura y más ligera.
El reconocer y aceptar tu miedo no significa que debas afrontarlo.
Eso no te hace menos valiente ni más débil.
Mucho se habla de la valentía que hay por enfrentar nuestros miedos, de salir “triunfantes” al vencerlos, pero esto es una mentira que muchas veces me creí.
Recuerdo cuando trabajé unos meses en un parque en la Riviera Maya, parte de la inducción fue recorrer las instalaciones como cualquier persona para conocer cada una de las atracciones. Una de ellas era misteriosa, y cuando explicaron la actividad no me dieron nada de ganas de entrar, pero no había opción, o tal vez sí, pero en ese momento pensé que no la había; así que no me resistí. Mi parte valiente dijo : “Ya estás aquí, no queda de otra”.
Pasé por una especie de túnel en completa oscuridad, escuchando sonidos de diferentes animales y sintiendo el clima de diferentes ecosistemas. Intenté abrir los ojos, y lo único que veía era un negro profundo. Mi corazón latía a mil por hora. Cerré los ojos y mientras intentaba calmarlo con respiraciones, iba caminando. Eso me ayudó a avanzar.
Honestamente fue horrible, quería salir corriendo, pero si quería salir de allí y volver a la luz, tenía que atravesar hasta el otro lado.
Dejar que la vida siga su curso y tú con ella
Muchas veces me he sentido en el medio al tomar decisiones en mi vida, desde la más “chiquitas” hasta las más trascendentales. No es un SÍ o un NO, es un no sé.
Esta indecisión se siente como estar en el medio del túnel, pero sé que confiar en mi corazón, respirar y seguir avanzando, me ayudarán a atravesar este proceso de decisión, o cualquier otro.
Muchas veces quieres salir corriendo, otras en las que crees que quedarte en ese lugar sin intentar buscar la salida es la única opción, pero siempre puedes elegir, y al elegir el resultado será tuyo y ese sí que lo vas a tener que afrontar.
Existen algunas decisiones que son, por decirlo de alguna forma, reversibles, pero otras no. Hoy estoy aprendiendo a elegir mis arrepentimientos, porque existe la posibilidad de que esto suceda.
Aunque sé que la mayoría de las veces no voy a estar 100% preparada para afrontar las diversas situaciones de la vida (porque es en la experiencia dónde realmente se logra) quiero sentirme más “flojita” cuando el arrepentimiento golpee, si es que lo hace.
Eso es crecer: elegir conscientemente el impacto que pueden tener tus decisiones en ti y en quienes elijan acompañarte. Afrontar con madurez la ola de emociones que puede traer consigo un “sí”, un “no”, y también un “aun no lo sé”.
Hay momentos en la vida que no hay una respuesta clara, pero el corazón siempre te va guiando, si es que estás dispuesta a escucharlo.
Hace unos días escuché este episodio y no saben el peso que me quité de encima al saber que hay una mujer allá fuera que externalizó mis voces internas, y seguramente la de muchas otras mujeres.